Adoptaron a 5 hermanos y alientan a que otros adopten a niños grandes

 La familia pasó de ser dos a siete. Ahora, buscan que más parejas se animen a adoptar a alguno de los 2.200 niños que esperan por ser parte de una familia.


Hasta febrero de 2020, la casa de Sofía Pizzi y su pareja, Alejandro Segura, era bastante silenciosa, pero colmada de esperanzas de que pronto dejaría de serlo.

Dos meses antes, los oriundos de Córdoba habían llegado hasta Buenos Aires para conocer a cinco hermanitos que esperaban por una familia. Se conocieron e iniciaron el proceso de vinculación.

Conocerse, tratar de establecer un lazo fue una tarea nada fácil, pero que con el paso de los días comenzó a serles más amena para la pareja se conoció en Tinder y al conocer la historia de los cinco hermanos que no se querían separar, no lo dudaron.

“Cuando decidimos postularnos para formar una familia, nos presentamos en una convocatoria pública y al recibir el llamado, viajamos.

Estuvimos un mes vinculándonos con nuestros hijos, hace casi cuatro años, cuando tenían cinco, siete, nueve, 11 y 13 años de edad.

Todo ese mes nos la pasamos conociéndonos, porque primero está la etapa de vinculación en la que, básicamente, hay que conocerse porque somos dos extraños con niños y niñas extraños. Y se generó el vínculo, imprescindibles para formar una familia, pero hasta que eso sucedió no dejamos de ser extraños… Podría decir que fueron ellos los que nos han ido adoptando a nosotros”, resume Sofía.

Cuando la casa de Río Ceballos, Córdoba, se llenó de ruido, la pareja se vio ante nuevos desafíos y muchas horas de aprendizaje.

“Hay que tener deseo de ahijar a niños grandes, pero hay que aprender a hacerlo”, asegura. Esa necesidad de aprendizaje hizo que junto a su pareja buscaran el consejo de otras madres y padres adoptivos en las redes sociales.

Twitter fue uno de los espacios de apoyo y entre un grupo con las mismas inquietudes decidieron crear la página Adopten Niñes Grandes en la que comparten sus vivencias, pero sobre todo, alientan a otras familias para que se animen a “ampliar la disponibilidad adoptiva”.

Ahora, para seguir fomentándolo, el grupo encabeza la campaña “En familia” en el mes de la adopción.

De ser dos a siete

El 6 de diciembre de 2019, Sofía y Alejandro llegaron al Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes en la avenida Martín García del barrio porteño de La Boca.

Como si viera un video, recuerda: “Llegamos y estaban los cinco en una sala grande, sentados en una rueda de sillas”. Les llevó algunas cosas para que jugaran.

La nena, la miró y le preguntó: “¿Sabés que vamos a tener papás?”. Sofía le sonrió y dijo que sí. Al rato, la miró medio mal y le preguntó: “¿Mi mamá sos vos?”.

A los tres días que convivencia, todos la llamaban “mamá”, pero no le sonaba tan especial.

“La primera vez que me sentí madre fue en el acto del primer día de clases. Estaba emocionada por verlos ahí, pero lo que me hizo dar cuenta de que yo era la madre de esas bellezas fue ver cómo ellos me buscaban entre el público, entre los demás padres y madres… Esas miradas de querer compartir con los ojos ese momento me llenó el alma”, resume Sofía el instante en que en su interior cambió todo.

Eso sucedió a fines de febrero de 2020. Luego llegó la cuarentena y el encierro hizo que de golpe comenzaran a compartir las horas juntos, pero no cómo lo habían planeado.

“Fue tremendo, algo caótico, pero hermoso”, admite entre risas.

“Hay poca gente que pasa por esto. Ojalá cada día sean más, pero hoy son pocas las personas que saben lo que estábamos viviendo nosotros y los niños.

Así fue que empezamos a comunicarnos con otra gente por Twitter, sobre todo, y luego creamos un grupo de WhatsApp por el cual nos conteníamos, nos contábamos lo que nos pasaba a cada uno. Es súper importante esa contención.

Así fue cómo se crea Adopten niñes grandes, que comenzó como un grupo de madres y padres que intentábamos sostenernos y contarnos lo que vivíamos porque es muy difícil que otro lo entienda.

Pueden empatizar, pero distinto. Cuando el grupo se hizo más grande, se han ido sumando más familia y nos dimos cuenta de que la necesidad de compartir lo que pasaba no era sólo nuestra”.

Además, contaban las experiencias que sus propios hijos les trasmitían lo que vivieron en esos hogares.

“Los más grandes nos contaban que cada vez que cumplían años y que tenían que soplar las velitas, el deseo era que una familia los adoptara… Y les era inevitables ponerse un poco triste con el paso de esos años porque sabían que se acercaban los 13 años, y que después de esa edad son muy pocos los que tienen la posibilidad de ser adoptados”, lamenta la mujer de 43 años.

Hoy, en Argentina 2200 niñas y niños mayores de 5 años, y adolescentes están en condición de adoptabilidad. “Y hay 2.200 personas solteras o parejas anotadas para adoptar. Entonces, ¿Cómo es que dicen que es difícil adoptar en Argentina? Porque la mayoría quiere bebés y menores de hasta 3 años”.

“Por esto es que tenemos, como grupo, el objetivo principal de visibilizar a estos niños y poner el tema en boca de la gente, para que se empiece a hablar de la adopción de chicos grandes como una forma de formar una familia, que no tiene por qué ser un plan B.

Hay que tratar de desterrar todos estos mitos de que adoptar es imposible en Argentina, de que se demora mucho tiempo y de que es el problema de la adopción”.

Para la mujer, por medio de la adopción, “se le está devolviendo un derecho a ese niño que por equis motivo está en un hogar y que cada uno de sus días espera ser mirado al llegar y vivir cosas tan simples como que un adulto le mire el cuaderno de la escuela… ¿Te cuento una anécdota? Una amiga mía adoptó en medio de este proceso de adopción de dos pequeños de 8 y 12 años, me contó que el primer día que los visitó, el más grande la esperaban con un sobre donde guardaba todas sus pruebas de la escuela y se las quiso mostrar… ¡Eso es la adopción! Que un niño que esperó con paciencia y con resiliencia llegue a vivir el día en que se encuentre con una mamá para mostrarle sus pruebas o su cuaderno de clases”.

“Si bien en la persona adulta existe el deseo de maternar, de paternar, eso un deseo; pero los niños tienen el derecho de tener una familia”, finaliza.

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